Los Límites y la Crianza. Su importancia para el desarrollo de las Habilidades Parentales.
- Carla Quezada, Terapeuta Ocupacional
- 1 jul
- 4 Min. de lectura
Por Carla Quezada, Terapeuta Ocupacional

Cuando hablamos de crianza, muchas veces creemos que sólo se trata de entregarle lo esencial que nuestros hijos necesitan, comida, educación, abrigo, actividades de disfrute, juego, contención y amor, no obstante, nunca nadie nos enseñó a ser papás, no existe la técnica perfecta para tratar a nuestros niños, lo que nos puede resultar con uno, probablemente con otro no sea igual.
Te suena la frase “en mis tiempos se aprendía a golpes”, “en mis tiempos yo me esforzaba más y no tengo ningún trauma”, sin embargo, detrás de esa frase, existe un hombre y/o una mujer que fue creciendo en un hogar autoritario, o negligente, donde tuvieron que asumir roles que no correspondían, como cuidar a sus hermanos menores, trabajar a temprana edad, no poder terminar el colegio, y así, podríamos enumerar un sinfín de situaciones y realidades que muchos vivieron. Es por este mismo motivo, que muchas veces, cuando éramos niños, los golpes eran permitidos o también las burlas, en el fondo el traspasar nuestros límites, comportamientos que se reflejaban no sólo en nuestro hogar, sino que también, en el contexto escolar, normalizando muchas conductas, incluso el bullying, donde no nos podíamos quejar y, finalmente, “era lo que teníamos que vivir porque la vida era cruel”, sin embargo, hoy en día, que somos padres, adultos responsables de seres pequeños que están a cargo de nosotros, nos enfrentamos a nuestro niño interior que no supo poner límites y que hoy en día tampoco sabemos cómo enseñarles a nuestros pequeños y/o adolescentes a cómo enfrentarse a este mundo lleno de injusticia y muchas veces, indiferencia.
¿Cómo saber cuando un límite es sano?
Alguna vez te has enfrentado a comentarios como; “Le permites todo a tu hijo/a” “Lo tienes mal criado/a” “Hace lo que quiere contigo”. Como dije anteriormente, la lista es larga, pero, detengámonos aquí, ¿realmente estamos siendo permisivos? O al contrario ¿estamos siendo muy duros? ¿Qué es lo correcto entonces?

Siempre les explico a nuestros queridos papás cuando traen a sus hijos conmigo, que es importante confiar en su propio criterio y valores, que Terapeutas, oradores, consejeros, gurús, hay por doquier, internet está lleno de ellos, todos aconsejándonos y bombardeándonos de mucha información, algunos haciéndonos sentir culpables de cómo hemos manejado nuestro rol de padres, madres y/o cuidadores, otros dándonos tips los cuales podemos aplicar con nuestros hijos como una fórmula mágica, pero, la verdad, es que nuestros pequeños están siendo criados por nosotros, sí, por nosotros, adultos que crecieron con carencias, traumas, complejos, etc. Y la verdad es que muchas veces nuestra propia vida se nos escapa de las manos y no podemos ni siquiera con nosotros mismos.
¿Cómo poner límites si yo no sé cuáles son los míos?
Primero, debemos sacarnos de la cabeza la crianza perfecta, no existe, y nosotros tampoco podemos ser los padres perfectos.
Amar a nuestros hijos requiere de disciplina-firmeza y compasión. Muchas veces la culpa juega un gran rol en nuestra crianza, “No estoy en todo el día con mi hijo/a y me da pena tener que llegar sólo a retarlo” por eso no lo hago”. A estas palabras suelo agregar… un cerebro desorganizado es un cerebro estresado” mientras más ayudo con normas, límites y rutinas a mi hijo/a, mayor será su desempeño en cualquier contexto. El amor se traduce en límites, créeme, un hogar organizado, permite que el niño sepa lo que es bueno o malo, permitido y no.

Por lo tanto, existen muchas formas en las que extrapolamos algunas conductas, tales como:
Sobreprotección: Esto muchas veces vuelve a los niños tímidos, nerviosos e inseguros, sin poder tomar sus propios riesgos.
Control excesivo: Necesidad de que todo salga perfecto en vigilancia constante.
Permitir que los niños gobiernen la casa: Padres que ponen las necesidades de los niños por sobre el resto. El problema es que cuando crecen no respetan los límites sociales y realmente lo pasan muy mal.
Exceso de halagos: Muchas veces se vuelven adictos a la aprobación y creen que todos deberían alabarlos.
Trabajar demasiado para darle estabilidad económica: Muchas veces los niños se sienten culpables por que sus padres nunca están en casa a causa del bienestar material.
Luchar Batallas que les corresponden a nuestros hijos: Esto provoca que los niños no tengan herramientas para defenderse o enfrentarse a problemas, delegando todo a los demás, sintiéndose incapaces.

Si bien, los límites son muy importantes para nuestra vida, primero tenemos que qué es lo que yo permito y lo que no, las emociones nos dicen mucho sobre esto, es importante identificarlas y conocerlas, hablar de lo que aceptamos y lo que no, decir NO, no siempre es algo negativo “NO cruces la calle corriendo” es un ejemplo del límite que es necesario dejar en claro, “NO me golpees”, otro límite claro sin tanta explicación, eso no se hace y punto.
Suelo decirles a los padres de los niños que atiendo, que hagan una lista de límites cada miembro de la familia, por ejemplo; en esta casa: no se grita, no se golpea, no se trata mal al otro, no se interrumpe, no se usa celular a la hora de comer, todos cooperan con los quehaceres, cada integrante debe referirse al otro con respeto, no decir groserías, etc. Nosotros, sus padres, debemos ser los modeladores, sus guías y co-reguladores. Te invito a que comiences tú haciendo esa lista, quizás es la mejor manera de comenzar.
© Centro Amún
Comments